domingo, 5 de marzo de 2017

Florestán y Eusebius

Es verdad que he dicho que hablaría de los últimos años de vida de Schumann, pero considero que no hablar de estos dos personajes antes sería un pecado (ya los mencioné en la primera entrada). Serán heterónimos del autor en sus obras, pero también personajes distintos que introducirá en sus obras. Cada uno tiene un carácter totalmente opuesto. Como dije en la primera entrada, todo lo relacionado con la vida de Schumann lo orientaré hacia su obra el Carnaval op.9. Por ello, al final, introduciré dos vídeos de dos números del Carnaval, uno es Eusebius, y otro Florestán.

Estos dos personajes, contrapuestos y complementarios, heterónimos, a través de los cuales Schumann pudo expresarse en su totalidad, así en las letras como en la música. Dentro del desfile de protagonistas que pueblan su "Carnaval", Op. 9, primero Eusebius y después Florestán aparecen juntos, uno detrás del otro, con todas sus cargas anímicas y personales. Eusebius es lírico, pensativo, receptivo y amante de las meditaciones y las contemplaciones, enamorado, soñador e infantil. Florestán es todo potencia, pasional, jugado por sus ideas y emociones, fogoso y épico. Así son, en los sonidos como en las palabras por ellos firmadas.
Una eventual preferencia de Schumann por el más melancólico de los dos se puede intuir en el hecho de que Eusebius también aparece en las "Danzas de las ligas de David" (un número del Carnaval) como una miniatura de gran expresividad que, a propósito, también le sirvió a Gandini como materia prima para su propio "Eusebius", cuatro nocturnos para piano o un nocturno para cuatro pianos, según el subtítulo de la pieza, tal vez una de las obras más poéticas de la música argentina para piano.
Hay un tercer personaje, aunque lo cierto es que es secundario puesto que esta discutida se existencia en el carácter de su música. Raro sería sereno, intelectual, el conocedor de los arcanos musicales.

En la cabeza de Schumann los tres conformaban "La Liga de David", secreta sociedad artística, amantísima de Beethoven y difusora del talento de sus contemporáneos: Mendelssohn, Chopin, Liszt, Brahms. Algunas veces escribía Florestán. Otras, Eusebius. También componía Raro. Cada uno tenía su espacio. Lo que empezó como un juego, terminó en serio. Schumann fue dirigiéndose a un abismo o una altura que él sólo comprendía. La demencia fue el final, pero en el recorrido nos dejó algunos de los momentos más sublimes de la historia de música romántica.







Estoy segura de que seréis capaces de distinguir las personalidades muy diferentes de estos personajes. Y ahora si que sí, la próxima entrada será la de los últimos años de vida de Schumann. ¡Espero que os guste!






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